HISTORIA / EL BIDÓN QUE UNIÓ A COPPI Y BARTALI
"Bebe, que aún queda"
Las rampas del Aubisque —¿o fueron las del Tourmalet?— ocultan el secreto. El fotógrafo Carlo Martini obtuvo la placa madre del ciclismo del siglo XX. Fue en el Tour de Francia de 1949, aunque hay quien fecha la instantánea, erróneamente, en 1952. Era la undécima etapa, Pau-Luchon, 193 kilómetros sobre los puertos más fascinantes de los Pirineos. [Así lo contó MARCA en 1949]
El debutante en el Tour de Francia Fausto Coppi, delante de Gino Bartali, que busca su tercera Grande Boucle, estira su brazo derecho hacia atrás en un gesto para la historia. Un alimento más para la leyenda de una rivalidad que no fue del todo malsana, a pesar de los venenos de la posguerra y contra las intenciones de los políticos de alinear a Coppi con los comunistas y a Bartali con los fascistas. Terminarían regalándose etapas y donando ruedas como buenos compañeros. Aunque hubo de todo.
No tenemos el testimonio de quien presenciara toda la escena desde su bicicleta, el francés Jean-Apôtre, Apo, Lazarides — ¿o era su hermano Lucien, que terminó la etapa en segunda posición tras Jean Robic?.
El ‘Pacto de Chiavari’
¿Fue una imagen pactada con el fotógrafo, precocinada? Unos días antes del comienzo del Tour del 49, el seleccionador italiano, Alfredo Binda, apadrinó un pacto de no agresión en carrera entre los dos polos opuestos del deporte ciclista italiano. Coppi y Bartali se prometieron lealtad para afrontar un Tour que acabarían primero y segundo, respectivamente. El llamado Pacto de Chiavari fue considerado en su tiempo un icono de diplomacia deportiva.
¿Fue una imagen pactada con el fotógrafo, precocinada? Unos días antes del comienzo del Tour del 49, el seleccionador italiano, Alfredo Binda, apadrinó un pacto de no agresión en carrera entre los dos polos opuestos del deporte ciclista italiano. Coppi y Bartali se prometieron lealtad para afrontar un Tour que acabarían primero y segundo, respectivamente. El llamado Pacto de Chiavari fue considerado en su tiempo un icono de diplomacia deportiva.
Si la fotografía confirma el buen entendimiento de los dos campeones, la disparidad de interpretaciones, alimentada por los dos protagonistas, añade interés a la polémica. Il Vecchio Bartali garabateó junto a la imagen que él había sido el benefactor del Campeonissimo. Fausto Coppi no se manifestó en público, pero la versión más creíble es que alcanzó a Bartali en las pendientes del Aubisque, vio su cara de dolor y extenuación, alargó el brazo y le dijo: «Toma, bebe que aún queda».
Los portabidones
Los comportamientos obsesivos de Bartali —que registraba las basuras con la intención de descubrir qué productos ingería su rival, sin encontrar nunca ninguna bomba— le restan credibilidad histórica.
Los comportamientos obsesivos de Bartali —que registraba las basuras con la intención de descubrir qué productos ingería su rival, sin encontrar nunca ninguna bomba— le restan credibilidad histórica.
La pura observación nos brinda algún argumento favorable a la generosidad de Fausto Coppi. Los portabidones de su bicicleta están vacíos, mientras que los dos de su amigo sujetan sus respectivos recipientes. La actitud de recoger parece bastante clara en el gesto de Bartali, así como la de entrega en el del meticuloso Coppi. Y también hay que escudriñar las caras, espejos del corazón y de las piernas de cada uno. Brilla la del hombre que encabeza el dúo y expresa agotamiento la del piadoso Gino.
Un maillot italiano
En la llegada a Luchon, después de recorridos los 193 kilómetros y superados Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, Jean Robic levanta los brazos, Coppi es tercero, Bartali, sexto y Fiorenzo Magni conserva el maillot amarillo que había conquistado un día antes en la meta de Pau.
En la llegada a Luchon, después de recorridos los 193 kilómetros y superados Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, Jean Robic levanta los brazos, Coppi es tercero, Bartali, sexto y Fiorenzo Magni conserva el maillot amarillo que había conquistado un día antes en la meta de Pau.
Magni, fallecido hace poco más de un año en Monza, era el tercer hombre de Italia, un grande ensombrecido por la majestad de los dos enormes campeones. Bartali heredó su maillot amarillo en Briançon, pero no le duró más que una jornada.
Coppi aprovechó el pinchazo de su compañero, que había coronado en primer lugar el último puerto alpino, el Pequeño San Bernardo, y se lanzó hacia la gloria. Bartali cruzó la meta en Aosta a 4:55 minutos de Coppi, nuevo líder.
El joven aumentaría su ventaja sobre el viejo en la contrarreloj de la penúltima etapa (¡Colmar-Nancy, 137 kilómetros!), en la que también se clasificaron como primero y segundo los dos colosos italianos. En París, dominó Coppi con 10.55 minutos de ventaja sobre su querido enemigo. El francés Jacques Marinelli, que fue la revelación del Tour del 49, completó el podio a 25:13 del implacable Coppi.
Pero no corrió tanta tinta por el pinchazo de Bartali, o las exhibiciones exageradas de Coppi como por aquel episodio en el Aubisque, por aquella foto de Carlo Martini que publicó 'La Gazzetta' días después y generó una discusión interminable.
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